martes, 29 de diciembre de 2009

Cuándo Yo sea grande

Niños y niñas sueñan con el día en que serán adultos. Cuando llegue ese momento tan deseado, acabarán de una vez por todas las restricciones de papá y mamá.

Utilizarán todo el dinero para comprar los juguetes y las golosinas que nunca les pueden comprar. Dejarán vacías, en las tiendas, las perchas de ropas lindas y cómodas.

Las niñas dejarán sin mercancías los departamentos de Perfumería
y cosméticos, y los varones acapararán todos los implementos deportivos y juegos de mesa.

Será el momento de comer pizzas y espaguetis todos los días, con postres formados por helados, pasteles , dulces de harina, y refrescos gaseados, acompañados de bolsas con variedades chatarras, de las más crujientes y saladas.

Cepillarse los dientes sin tener a mamá vigilando, bañarse sin mucho estriego, y poder sentarse a jugar en la computadora, hasta que lo deseen, será relajante, como lo será también, recuperar fuerzas en la cama después hasta el próximo medio día.

Los días de descanso de finales de diciembre, se convierten en tiempo de vacaciones forzadas, escuchando a mami entre queja y queja, “por el no hay”, y cuando vuelve a rezongar por el rato que lleva encendida la tele, se decide pues, usar el tiempo en soñar.

A eso de las dos de la tarde, aparece un sueño muy grande y mullido, como una gran nube, donde Claudia recicla todos sus sueños uno a uno, acurrucada con su viejo payaso de tela relleno con guata que le regaló su abuela cuando iba al Circulo.

La veterana en sueños ya sabe contar con sus dos manos, los siete años que cumplirá en la primavera. Ella piensa que habrá tiempo de parecerse a la esbelta Barbie, ir con el novio a la discoteca y oír música, mientras camine por las calles, como hace su vecina Jenny de 15 años.

Claudia no sabe explicar el por qué de la Navidad. Su madre es hija de padres ateos, como suele suceder en un alto porciento de las familias cubanas. En su casa hay un pequeño árbol navideño, no muy engalanado, y falta el Nacimiento, con el minúsculo Jesús, razón de ser de la festividad.

Su vecina Vivian, la mamá de su amigo Joel, la invita siempre a la Catequesis de la Iglesia del barrio, y la ha llevado a algunas fiestas, como la del Dia de Reyes. A veces Claudia se enoja con su madre, porque no la quiere dejar ir, a pesar de que la niña opina que es un lugar muy bonito, donde puede conversar y jugar con otros de su edad.

Ya la futura “sieteañera” aprendió que no es tan importante una cama grande, con cojines y cubrecama enguatados, en color rosado, con diseños de Disney, como pudo ver en una revista que le prestaron a su mamá. Su camita humilde, bien se le parece ahora al pesebre donde acostaron al niñito Jesús.

Por eso se acurruca con sus almohaditas de cuando dormía en cuna, y aprieta con ternura a su viejo payaso, ella quiere engavetar sus sueños golosos, y pensar que duerme en un pesebre, su noche de paz y amor.

martes, 22 de diciembre de 2009

Los regalos de diciembre



Los niños y niñas sugieren o exigen a sus padres que compren los regalos que ellos necesitan entregar. El que consideran más importante es, sin dudas, el del maestro.

Cada 22 de diciembre se celebra en Cuba el Día del Educador que contempla el agasajo no sólo para el profesor o maestro –al frente del aula- sino para quienes dirigen los centros escolares, y otros trabajadores vinculados directa o indirectamente a la docencia.

En el nivel primario hay que hacer un regalo al maestro que da la clase de las diferentes asignaturas básicas, pero está también el que imparte la Educación Física. Si el pequeño es único hijo todo está bien, pero si hay más hermanitos es un dilema.

Alicia es auxiliar de contabilidad y lleva cuentas estrictas en cuanto a los gastos de su hogar, el cual comparte con su esposo, que se desempeña como electricista. Tienen en común tres hijos: una adolescente que estudia en secundaria básica, un varón que está en primaria, y una bebé de 2 años que asiste al círculo infantil.

La madre previsora, hizo con mucho sacrificio unos ahorros destinados a las vacaciones de verano, cumpleaños y diciembre. Ella explica que “la entrada mayor la da mi esposo, con algún arreglo particular. Ese dinero lo guardamos casi todo de inmediato. Yo estoy repasándole Matemáticas a unos niños, y guardo parte de lo que gano”.

Y continua su explicación: “no es fácil contemplar todos los gastos de los muchachos, y los nuestros, pero no veo otra forma de reunir el dinero. El peor mes es diciembre. En las vacaciones el dinero lo usamos en nosotros, pero en diciembre hay que dividirlo entre lo que necesitamos, y los regalos que me piden mis hijos”.

“La mayor tuvo que dar cinco pesos para el regalo de los profesores. También tuvo un intercambio de regalos con otra muchachita de su aula, más los regalos de los maestros del varón, y el de la seño (persona que cuida a los niños) de la más chiquita, fíjate que cumplimos (aniversario de bodas) el 30, y pocas veces lo celebramos”-dice para concluir.

Otros padres están peor, como Malena, quien vive del salario que percibe y de la ayuda, nada relevante, que recibe del padre de su hijo de cinco años, del cual está divorciado. Ella se lamenta de lo difícil que le resulta comprar los regalos de diciembre, y recuerda como a veces, ha utilizado alguno que le han hecho a ella para agasajar a la maestra.

Los niños saben de aritmética pero conocen muy poco de las restricciones a las que tienen que acudir los padres precavidos para agradecer la labor que realizan los educadores de sus hijos. Aunque hay quejas sobre la profesionalidad de los más jóvenes, no es menos cierto que son ellos quienes batallan con los educandos durante casi un año.

En la actualidad se aprecian grandes diferencias en cuanto al modo de vida de las familias en Cuba. Esta diferencia abismal es compartida por los niños desde bien temprano. Están los que tienen mejores mochilas, zapatos, meriendas y juguetes, los cuales contrastan con los que no tienen estas y otras posibilidades.

Los primeros hacen mejores regalos y son tratados con más esmero y distinción. Los segundos pasan más trabajo y quedan siempre por debajo de sus expectativas. A veces no saben como expresarlo, sino es a través del juego violento, o soñando.

Dayron siempre hereda toda la ropa de su primo mayor, sus uniformes, zapatos, mochilas, y hasta juguetes, que están todos en perfecto estado, pero usados. Con solo 7 años, él protesta y exige tener lo suyo, pero su madre no puede hacer más por él para que tenga que ponerse, para pasear o ir a la escuela.

Quizás debiera sobrevolarlo un hada madrina a la que le pudiera pedir varios deseos. De hecho caería sobre su cabecita rubia, una lluvia de juguetes, ropas, y cuanta cosa se le ocurriera solicitar, pero eso queda solo para cuando concilia el sueño, en los brazos de su madre, que con ternura lo mece, acompañada por el crujir de su viejo balance.

martes, 15 de diciembre de 2009

Pequeños sin ilusión


En Cuba los niños y niñas desconocen en su mayoría el porqué de La Navidad, el fin de año está sujeto a la fiesta nacional que celebra el nuevo aniversario de la Revolución, la cual no puede hacerse cargo de sus juguetes, por lo que no hay ilusión de Reyes Magos, ni de Papá Noel.

Esta falta de detalle para con los más pequeños ha agudizado la diferencia de clases entre las familias. Cuando se impone un juguete, un juego, o una marca en el vestir, son marginados quienes no pueden acceder a la competencia.

Ya desde que tienen unos 7 u 8 años van perdiendo el gusto por lo juguetes, prefiriendo otros tipos de diversiones. Quizás la culpa la tengan las tiendas. Las jugueterías están desurtidas, los juguetes no están variados para los diferentes grupos de edades. Las niñas corren mejor suerte que los varones, para los que apenas hay qué escoger.

Los chicos se dan cuenta de esta evidente marginación, y han proclamado su gusto por las barajas o cartas, en especial las que se venden a $5.00 CUC en el Barrio Chino. Cada estuche tiene un color que lo identifica, y los naipes aluden a personajes de dibujos animados asiáticos.

Lídice tiene dos hijos. El mayor es un adolescente que estudia en la secundaria básica y el menor está en el quinto grado de la primaria. Ella dice sentirse muy estresada con todo lo relacionado con los gustos de sus dos hijos varones y explica que “el mayor va con sus amigos a la discoteca, necesita $5.00 para entrar, el más chiquito quiere sus postales que cuestan también lo mismo, eso sin contar la ropa, los zapatos y cuánta cosa inventan para estar a la altura de los demás”.

Danay dice que “lo que gano no me alcanza para barajas ni juguetes, mi hijo sale para la calle con otros amigos y pasean –ella vive en la Habana Vieja, cerca de la zona patrimonial- si piden dinero, o los turistas le regalan algo, yo no puedo estar ahí (para evitarlo), porque tengo que trabajar y mucho, su padre no me ayuda en nada”.

Esos niños y niñas que no tienen derecho a recrear las fantasías propias de su edad, saltan a la vista de cualquier observador. La forma humilde en que se visten, su comportamiento rebelde e indisciplinado. Su deambular solos, en parejas o grupos, para envalentonarse en sus majaderías, los convierte en futuros delincuentes que irán consiguiendo lo que quieran a la fuerza, asaltando, robando o prostituyéndose.

Los pequeños cubanos viven sin ilusión, ni tan siquiera los que tienen la posibilidad de que los complazcan. Cuando sus padres deciden regalarles un juguete, casi siempre los llevan a la juguetería, donde seleccionan el que más le gusta y puedan comprarle.

Para ellos es risible que los Reyes Magos o Papá Noel puedan venir desde tan lejos a congratularlos.

Muchos que reciben juguetes gratis en sus escuelas, no pueden quedarse con ellos, porque sus padres los venden para conseguir dinero para la casa, o comprarles algo que necesiten.

La vida de estos chicos y chicas se desenvuelve nada más en el ambiente de política que respiran en todas partes y que los prepara de manera gradual, para que se especialicen en el ejercicio de la doble moral y la intolerancia, rasgos muy distintos a la inocencia, cualidad que por excelencia, distingue al mundo de fantasías infantil.


martes, 1 de diciembre de 2009

A quien imitar.


Los niños suelen imitar a los adultos, por ello es indispensable que los mayores sean modelo positivo a seguir, para que los cimientos de la vida, de esos futuros hombres y mujeres, sean forjados sobre la base de la honestidad y el respeto.

Los cortos audiovisuales que divulgan cómo practicar la educación formal se tornan aburridos por lo repetitivo; sin embargo, en la calle se ven conductas inapropiadas no sólo en los niños y adolescentes sino en los adultos que suelen ser los más críticos respecto al comportamiento de los más inmaduros.

Por citar las que vi este fin de semana, me referiré a un anciano que se paseaba por dentro de una Iglesia, una vez terminada la misa dominical, llevando una imagen de San Lázaro en un pozuelo lleno de monedas, el cual era alzado de manera desmedida como en actitud provocadora, unos niños lo miraban como si estuviera loco y, cuando otro adulto lo requirió, se volvió desafiante en improperios.

O la niña que esperaba su turno para comprar unas golosinas con otras dos amigas, ella tenía una mano en la cintura y taconeaba una de sus sandalias, gesticulaba demasiado y casi gritaba lo que decía, como para que la oyeran bien lejos, es posible que su conducta fuera similar a la de familiares, vecinas o educadoras, con las que ha estado en contacto de manera sistemática.

También vi el mal rato que la respuesta vigorosa de un infante provocó en su airada madre, que lo pellizcó en la parada del ómnibus y lo avergonzó con su inadecuada vocinglería Ella parece pertenecer a ese grupo de adultos, que hacen a sus hijos cómplices de asuntos que no son propios de su edad, y cuando los pequeños, en su inocencia, cometen imprudencias, la respuesta rápida es la agresión o el castigo.

Lorena se sienta cada día con su hija estudiante de primaria, para chequear qué contenido aprendió en la escuela. La niña no comprende que su mamá le encuentre tantas faltas de ortografía en sus notas, “yo copio lo que la maestra escribe en la pizarra”, y lo dice con sano orgullo, mientras no la obliguen a buscar cada vocablo en el diccionario.

Esa puede ser también la maestra que grita frases inapropiadas a sus alumnos, o la que atiende bien solamente, a los niños cuyos padres la consienten con regalos de todo tipo. Ejemplos nefastos que echan por tierra todo ejemplo aleccionador por parte de quienes tienen la custodia de los muchachos.

Los cortos de la televisión cumplen su objetivo de ser educativos, pero sería una buena idea además que todos estos aspectos estuvieran recopilados en libros de texto y constituyeran una asignatura a examinar. Quizás a fuerza de repetir, leer y debatir, puedan las futuras generaciones salir del lodo de la vulgaridad, en que tantos cubanos han caído, a pesar de poseer altos niveles de instrucción.

Como dijera el ilustre educador cubano, Don José de La Luz y Caballero, “La educación nace en la cuna y muere en la tumba”, frase a tener en cuenta en estos tiempos, donde los valores humanos parecen estar en extinción.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Las rutinas de sábado y domingo


Cada viernes en la tarde, los niños se ven contentos porque no tendrán que ir al otro día al círculo infantil o a la escuela. Llegar a la casa esa tarde, no conlleva el fastidio de hacer las tareas u organizar las mochilas, sin embargo, el fin de semana se vuelve rutinario para muchos.

Los niños no saben a veces, cual será el plan recreativo para el sábado y el domingo. El peso del hogar recae con toda su fuerza en las madres que, si son trabajadoras, tienen que priorizar el lavado de los uniformes escolares, limpiar la casa, y dejar cada detalle asegurado, para poder llevar a sus hijos a pasear.

No siempre la mamá va acompañada por el padre de sus hijos, pues en Cuba hay muchos niños y adolescentes, hijos de padres divorciados, entonces a veces se los reparten, como si fueran racimos de uvas, por no decir manos de plátanos, “fulanito (o fulanita), el sábado vas para casa de tu padre, o tu papá te viene a buscar por la mañana, son noticias que a veces dan alegría a los pequeños, pero otras veces las reciben, como si les vertieran agua bien fría, sobre sus cabezas.

Laura está divorciada del padre de su hija Cameron de 7 años. El pasea con la niña a veces, pero no es muy constante. Se volvió a casar y tiene otra hija de dos años, para ver a la mayor, tiene que ser bajo el beneplácito de su nueva esposa, que es quien “tiene que atenderla cuando viene”.

Cameron agarra su muñeca y animales de peluche y se sienta en una butaca a ver televisión, la programación infantil es divertida pero su rostro denota preocupación, rechazo e intranquilidad, ante la incertidumbre de las sutiles ocurrencias que su madrastra pudiera hacerle vivir este fin de semanaza.

Ella prefiere quedarse con Laura y, entre las dos hacer los quehaceres de la casa, mientras oyen música y tararean las canciones de moda. Esta mamá no tiene auto ni trabaja en una firma, pero su trato hace feliz a su retoño.

Otros niños no tienen esa comunicación con sus padres que casi los expulsan de la casa para ellos estar tranquilos, “esta casa es muy chiquita, me vuelven loca”-dice Zailín mientras estriega el piso con una escoba vieja, sus hijos jimaguas de 9 años, son el terror del edificio, jugadores de pelota encarnizados, le han pegado su buen pelotazo a más de un vecino. Parece que esta madre quiere mantener su repisa con adornos de loza, bajo control.

A dónde ir, dicen niños, niñas, madres, padres, abuelos, y abuelas, la pregunta se repite una y otra vez, y flota en el aire. Cuando no han sido invitados a un cumpleaños, cuando no es temporada de playa, a dónde ir. Un lugar de típico esparcimiento entre los pequeños de la capital es el Parque de la Maestranza, en la Avenida del Puerto. Varias rutas de ómnibus pasan cerca del parque infantil.

Este centro recreativo cuenta con muñecos inflables y otras atracciones para niños pequeños y no muy grandes, también tienen un área donde pueden montar ponis y la cafetería vende golosinas y sodas en Pesos, nada baratas por cierto, pero menos caras que las que se ofertan en CUC. Algunas madres, con menos recursos, llevan meriendas y líquidos preparados en la casa para ahorrar en algo el gasto que conlleva este paseo del fin de semana.

En el parque de enfrente a la Maestranza, y sobre un muro, pegado al césped descuidado, pero con la deliciosa sombra de un frondoso árbol, estaba una madre con sus dos niñas, en un improvisado picnic, donde se veían panes preparados y una botella plástica con agua. “el agua está hervida, los panes los preparé yo”-dice sonriente la joven madraza que, con sus cuidados trata de mantener a su prole fuera de los virus de la estación.

No es común ver a los niños en museos, exposiciones o lugares históricos. Los adultos no tuvieron la costumbre cuando eran menores, y los esfuerzos de la Oficina del Historiador, por incentivar estos paseos didácticos en sus diversas variantes de “Rutas y Andares”, tienen poca aceptación, a no ser en el largo período vacacional de verano, en que suelen verse a las familias caminando por las calles más pintorescas, como la de Mercaderes, en la zona histórica.

El eterno verano de esta isla de Las Antillas parece confabularse con los retozones chicos y chicas que se adaptan a todas las situaciones imprevistas o no, de sus progenitores. La falta de lugares de esparcimiento, cercanos a las áreas más pobladas y, con suficiente capacidad, la carencia de juguetes, así como de otras vías de entretenimiento infantil, no amilanan el carácter franco y divertido de estos chicuelos que parecen estar siempre preparados a dirigir sus saltos, juegos , y risas hacia la tierra del Nunca Jamás.


martes, 24 de noviembre de 2009

De un extremo a otro.


Aunque he compartido con ustedes el tan complejo tema de la vejez, que parece no tener fin, quiero comentar también sobre la niñez cubana. Serán muchas temáticas relacionadas con los más pequeños y revoltosos, con esos que como dijera el Apóstol José Martí “son los que saben querer”.

Leo los diarios del lunes 23 de noviembre y cuál no es mi asombro cuando veo que en el Trabajadores, y en el Granma aparece una muy similar noticia, pero no se ponen de acuerdo en la millonaria cantidad de leche producida, que por ser tan enorme, nos remonta a la frase Bíblica “ríos de leche y miel”.

Según el Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Joaquín Lescano, viceministro de la Agricultura informó que la producción de leche ascendió en más de 120 millones de litros en los últimos tres años.

Trabajadores, Órgano de la Central de Trabajadores de Cuba por su parte anunció que Mario Pérez, director de ganadería vacuna, del Ministerio de la Agricultura, informó que la misma creció en los 10 últimos meses, 64 millones 800 mil litros, comparada con igual fecha del pasado año.

De nada valen cifras como las mencionadas si este alimento rico en minerales y vitaminas, y necesario a cualquier edad, sigue siendo una mercancía de lujo, hipercontrolada en la Canasta Básica, o productos racionados. Evaporada para niños hasta los 2 años, de vaca hasta los 7, en polvo entera o descremada, para adultos que padecen una serie de enfermedades, ¡y se acabó!

Los niños con 7 o más años reciben la opción de un yogur de soya saborizado, de muy baja calidad, el cual a veces se expende de manera liberada pero no se encuentra con facilidad. Las madres y abuelas inventan cómo mejorarlo echándole frutas, mermeladas, helado, y cuánta cosa haya, porque su sabor no es del todo agradable, aunque se asegura que es alimenticio.

Me da pena ver a ancianos que no tienen cuota de leche por dieta, como ansían un vaso de leche, prefiriéndolo a cualquier plato de comida. Pero más me duele ver como los niños van creciendo sin el hábito de tomar la leche, indispensable para fortalecer dientes y huesos. Para ver a un infante risueño con la boca llena de nata, hay que tener acceso a las revistas foráneas.

¿Dónde conseguir leche sin restricciones?-el silencio, es la única respuesta posible. Antes del Período Especial se vendía la leche por vasos o litros de forma controlada o por la libre, pero esos recuerdos y comentarios quedan para “Mitos y leyendas”. En la actualidad hay que volverse mago para, además de todo lo que hay que comprar, separar pesos y convertirlos en CUC, para poder comprar la leche, en los establecimientos recaudadores de divisas.

No es fácil encontrarla, por lo que es obligación leer su fecha de vencimiento. La más barata es la condensada que cuesta entre $1.10 y $1.25, le sigue la evaporada a $1.20-ambas vienen en latas pequeñas y hay que recordar que para comprar 1 CUC se tienen que dar $25.00 pesos que no los gana en un dia, la mayor parte de la población.

Después está la leche de vaca en envases de cartón de a un litro que cuestan unos dos CUC. Medio kilogramo de leche en polvo entera o descremada entre $2.70 y $3.00 CUC, y el doble para los paquetes de 1 kilogramo. Con esos precios en bien difícil el sacrificio.

A base de costumbre, por no tener otros alimentos, los niños y niñas cubanos se van acostumbrando a comer muy diferente a hace unos treinta o cincuenta años atrás. Ahora cualquier pequeñín ansía un plato de espaguetis con puré de tomate y una ración de yogur de soya, esa comida insípida es un plato escogido para muchos.

Atrás queda la leche espumosa y grasosa, servida en jarras, tazas o vasos, sola, con café o chocolate, fría o caliente, como componente esencial de dulces deliciosos como el arroz con leche, la natilla, las torrejas o el flan. Los niños que residen en Cuba no tienen garantizada la leche en su alimentación. De qué valen pues las millonarias cifras de cumplimiento y sobrecumplimiento de la producción lechera si no se puede optar por esta vía de alimentación.


martes, 17 de noviembre de 2009

Seguimos preocupados


La temática de la vejez se cobra cada día más adeptos. Para quienes no son tan jóvenes y ven la poca atención actual para este sector poblacional, la preocupación los rapta, así quienes pueden divulgarlo, realizan un seguimiento del mismo, como las reporteras de la revista Bohemia.

Ellas titularon a su reportaje “Envejecimiento, canas frente al espejo”, el cual apareció en la revista del 5 de diciembre de 2008, y el mismo no abordó parte de los temas que más preocupan a los de la tercera edad.

Pienso que mucho más patético estuvo el que apareció en la revista Palabra Nueva del mes de junio del 2009, en su sección Segmento y bajo el título de “3ra edad”, el cual fue sustentado por diversas entrevistas a ancianos, y fue más crítico y certero en su análisis.

Tal parece que su lectura estremeció a alguna de estas periodistas, pues Bohemia volvió a la carga con el tema en ”Bajo el peso de las canas” aparecido su edición del 6 de noviembre último. Destaca un mejor acercamiento al adulto mayor y pienso que en “Avalancha de canas” muestran, con cifras datos interesantes a tener en cuenta.

En esta parte del trabajo periodístico aparece que el Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE), de la Oficina Nacional de Estadísticas,(ONE) en conjunto con el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía(CELADE) plantea que en unos 16 años, Cuba tendrá cien mil habitantes menos, y será el país más envejecido de Latinoamérica, con un aproximado de un 26% de personas con 60 y más años.

Mientras que la dirección nacional de Atención al Adulto Mayor del Ministerio de Salud Pública, (MINSAP) pronosticó que, para el 2025 se alcanzará una tasa de envejecimiento del 25 %, existente en estos momentos en el municipio Plaza de la capital.

Para esa fecha, los geriatras que se basan en los datos propios de Plaza, prevén que más del 13 por ciento de ellos vivirán solos, alrededor del 16 por ciento tendrán dificultades para realizar sus actividades básicas-comer, vestirse, bañarse, etc.-y el 17,1% tendrá tropiezos para tomar el transporte o hacer labores o diligencias fuera del hogar.

Un informe de junio de este año pronostica también que poco más del 22% de los abuelos del 2025 padecerá 2 ó 3 enfermedades crónicas. El 18 por ciento se habrá caído alguna vez, y el 67,6% habrá necesitado el uso de los servicios de salud. ¿Estará el Estado y sus instituciones relacionadas con la ancianidad, preparadas para enfrentar esta situación tan delicada? ¿O tendremos que escuchar los mismos planteamientos ambiguos por parte de los dirigentes, y observar el sufrir de los más desamparados?

Más adelante, en la sección Día a Día, de Bohemia aparece una foto de un edificio colindante con una acera llena basuras y escombros. El inmueble es la residencia para adultos mayores ubicado en la Avenida Dolores en el barrio Lawton donde residen unos 150 ancianos.
El mismo como corrobora el reportero se encuentra con problemas en su red hidrosanitaria, sus áreas verdes están descuidadas, y a ello se suma la insalubridad que contamina el local y a sus ocupantes.

Las autoridades y funcionarios responsables se han acostumbrados a “hacer algo, o decir algo”, si alguien tiene la osadía de publicar la queja, para la mayoría de las problemáticas de los ancianos que no tiene como hacerles llegar sus inquietudes, no hay respuesta, ni soluciones inmediatas. La esperanza por el mejoramiento del futuro cercano, parece haber caído en un saco roto, de dimensiones descomunales.


viernes, 13 de noviembre de 2009

A modo de compendio.

A modo de compendio.


Para resumir tan amplio tema como es el de la vejez, al que se le ha llamado de disímiles maneras como personas mayores, viejos, o los más de moda: adulto mayor o la tercera edad, queda mucho por decir aún, esta etapa de ocaso y de envejecimiento biológico no es fácil de sobrellevar a pesar de los esfuerzos personales y colectivos.

Es tortuosa la tarea de dar con cifras y estadísticas sobre el envejecimiento en Cuba, por frecuentes problemas con la conexión de Internet, y por las trabas propias de la burocracia en bibliotecas o entidades afines para brindar este tipo de documentación.

Por eso, no queda otra alternativa que tomar los mismos del Segmento publicado en la revista Palabra Nueva de junio del 2009, tomados a su vez de La Oficina Nacional de Estadísticas, en la que se relaciona a nuestro país con Chile, Uruguay y Costa Rica como naciones con más alta expectación de vida en esta área: 75,1 años para los hombres y 79 las mujeres.

Se puede apreciar en las calles capitalinas como las personas de la tercera edad tratan de depender lo menos posible del resto de la familia, y se esfuerzan por cooperar de una forma u otra. Es normal verlos con las edades citadas desplegando destreza y rapidez, sin contar que a veces, tratan de simular sus achaques. No es sorpresivo que con más edad, como plenos octogenarios prosigan realizando tareas dentro y fuera del hogar.

Las principales limitantes para ellos son la falta de medicamentos en las farmacias para controlar sus enfermedades crónicas, no importa si poseen las tarjetas adecuadas para el control de las medicinas, cuando están en baja, tienen que parar los tratamientos. Otro aspecto negativo es el de la alimentación.

Los precios de los alimentos son cada vez más altos y la variedad de frutas, vegetales y los confeccionados con cereales como trigo o avena son difíciles de encontrar, para luego tener que pagarlos en la moneda convertible, que no es con la que pagan las jubilaciones o pensiones. La dieta balanceada para un anciano es quimérica en la actualidad nacional, salvo raras excepciones.

El gobierno trata de mantener a flote una situación que parece ir de mal en peor pues no se ha labrado un presente, pues que esperar para el futuro. Son muchas las personas mayores que quisieran vivir en un asilo de ancianos pero no es fácil poder optar por esta vía que si no es perfecta, es al menos segura, cuando garantiza alimentación, higiene y atención médica, todas a la mano.

Otro aspecto que no se ha tenido en cuenta, es el de ofertar propuestas laborales para los ancianos acorde con sus edades. Algunos trabajan como serenos, pero este trabajo nocturno y de tanta responsabilidad no debiera ser una de las pocas plazas existentes.
Una mujer negra y fuerte lleva su cabello entrecano cogido con una flor, ella barre la calle Obispo en La Habana Vieja, sonríe pero su rostro y andar lucen fatigados. La limpieza de las calles es también otra labor que requiere salud y juventud.

Hay que darle solución a los empleos que pudieran garantizar un mejoramiento de la calidad de vida de los ancianos, algunos pudieran ser realizados en las casas y algún mensajero pudiera ir a buscarlos para evitar el otro grave problema que presentan muchos de la tercera edad, que es el referente a vivir en edificios o casas que están en pisos muy altos donde no hay ascensores.

Existen quienes ante esta limitante llevan meses y hasta años encerados en sus casas porque padecen enfermedades que los limitan para bajar o subir unos cien escalones diarios. Para estos casos debía haber la alternativa de servicios a la casa tales como fisioterapias, ejercicios físicos, medición de la vista, análisis y otros.

El envejecimiento poblacional en la Cuba del Nuevo Milenio exige análisis más profundos por parte de los ministerios y entidades que deben velar por el buen desenvolvimiento de esta etapa de la vida que debe transcurrir sin tensiones y burocratismos que se convierten en maltrato al grupo poblacional más vulnerable.

Falta de ética.


Los ancianos cubanos se enfrentan a múltiples situaciones nada halagüeñas, la mayoría vive de la pensión o jubilación en pesos que no llega ni a los 20 CUC, cuando necesitarían unos 30 para vivir con cierto decoro, ellos desandan “lo que les queda por vivir” sin una ayuda adicional, y lo que es peor, sin una esperanza.

Y cuando me refiero a ayuda adicional es la que les pudiera dar un familiar, como es el caso de quienes viven en familia y reciben ayuda monetaria y espiritual adecuada, los que son, lamentablemente, minoría. En la actualidad muchos que recibían remesas del exterior han dejado de obtenerlas por fallecimiento de sus familiares, entre otras adversidades.

Cerca del mediodía, y en el horario de almuerzo se siente como un silencio en cualquier ciudad del país. En la capital sólo queda acercarse a los comedores comunitarios que están dispersos por todos los municipios. El de Manzanares, en la esquina de calle San Francisco y Avenida Carlos III, en Centro Habana da fe de ello.

Allí se pueden ver unos cincuenta o sesenta ancianos, la mayoría del sexo masculino, mal vestidos, portando maletines o bolsos grandes donde llevan casi siempre periódicos o cualquier objeto vendible. Es significativo no ver a muchas ancianas, ellas aunque tengan limitaciones, se esfuerzan por cocer sus propios alimentos.

La algarabía se escucha poco antes de llegar al espacioso portal donde esperan en una larga fila a que les toque su turno para almorzar. Lo extraño es que no se siente el olor de la comida que se les ofertará. Casi siempre un “potaje” sin sazón, ni proteína animal, solo el grano blando con una pizca de sal, arroz sucio y duro, y algo más que puede ser un huevo hervido, una croqueta o un trozo minúsculo de pescado, nunca una ración de carne suave y previamente adobada.

No obstante la mala calidad de estas comidas, las mismas representan un alivio para los de la tercera edad. Manuel vive con su madre y otro hermano, los tres cobran cada mes sus jubilaciones de 200 y 240 pesos pero “no alcanza”-admite el anciano.

Ellos se han acogido al comedor comunitario cercano a su domicilio en el barrio capitalino de Santos Suárez y, “al menos el potaje está blando, el arroz ya está hecho, y lo que hacemos es sazonar o terminar de cocinar al gusto nuestro”-acota.

En momentos como los actuales en que se ha analizado el quitar o dejar la libreta de productos normados, que sí ayuda en algo a personas como éstas y en que productos como el chícharo que valía centavos, ahora vale a 3.50 la libra, los más ancianos tienden a sentirse inseguros.

Adela vive sola con sus 78 años. Su hermano, unos años menor quisiera unirse con ella, pero “tendría que ir a vivir con el al campo, yo vivo aquí (en la ciudad) hace mucho tiempo, que me hago yo vieja y enferma en medio del monte, aquí hay hospital, de todo”-expresa con un dejo en la voz.

Esta anciana tenía una hermana residente en los Estados Unidos que compartía con ellos su salario, y después su pensión. Ahora vive en un asilo y ya no les ayuda. Adela acostumbrada a cierta estabilidad económica que le reportaban las pasadas remesas afirma casi no poder vivir en el mes con su pensión de 240 pesos -10 dólares- y los pocos alimentos que puede comprar con su libreta de abastecimiento.

Opina que al menos su hermana, con su retiro, pudo aspirar a un asilo. Ella que trabajó casi 40 años, pero que enviudó sin hijos, jamás ha tenido la esperanza de ser acogida en un asilo. “ojalá pudiera, yo diera mi casa y lo poco que tengo, para sentirme cuidada”-dio con la voz entrecortada.

Rafael Rubie, del reparto Asunción en Santiago de Cuba, vive solo con sus 70 años a cuestas, y sus miles de achaques. El jubilado es considerado un caso social por ser diabético, débil visual e impedido físico. Rafael se alimentaba en un comedor comunitario de su localidad desde hacía tiempo, pero un buen día se le denegó el imprescindible servicio.

El anciano enfermo ha acudido a diferentes instancias cuyos dirigentes pudieran ayudarlo, pero no ha tenido una respuesta positiva. Mientras piensa, y con razón, que la injusta medida de sacarlo del comedor demuestra además, una gran falta de sensibilidad humana, desde el momento en que no puede cocinar por estar operado de la vista.

Las historias recopiladas aquí son una página del enorme libro de tribulaciones y desatenciones que viven a diario los ancianos y ancianas cubanos, quienes dieron su aporte a la patria, a la sociedad y a la familia y hoy no saben que les pueda deparar este trayecto casi final, de sus vidas.

martes, 3 de noviembre de 2009

Sin solución momentánea.

Son complejas las situaciones que día a día sufre la familia cubana debido al acelerado proceso de envejecimiento poblacional, y es lamentable que, algunas de ellas no tengan solución por el momento.

Tal es el caso de dos hombres que escriben desesperados a una sección de quejas en un diario capitalino ya que ambos necesitan verse amparados para su futuro, pero las leyes actuales no contemplan estas situaciones críticas.

Uno es un hombre en edad laboral que vive con sus padres que padecen discapacidades severas. El padre está postrado y la madre padece Alzheimer. Los dos requieren de ayuda directa y constante. Ambos reciben la pensión de 240 pesos-unos diez CUC-El hijo trabajó desde el 1981 hasta el 2006 en que se agravaron las condiciones de vida de sus progenitores, y no tuvo otra alternativa que dejar de trabajar.

El otro laboró por 33 años y tuvo también que dejar su trabajo como profesor, producto de que su madre sufre de una enfermedad severa deformante, mientras que la tía tiene demencia senil, males que obligan a que se les de atención, en todo momento.

Ambas familias están protegidas por la Asistencia Social pero no se abunda en el tema. Los dos hombres reclamaban que se les considerara el tiempo que dedicarán al cuidado de sus familiares como trabajado, a los fines de su jubilación.

La funcionaria que dirige Seguridad Social a nivel ministerial plantea que la solución a estos dos casos no está contemplada en las modalidades de protección de la Seguridad Social, y puntualiza que sólo se les mantiene el salario que recibían al dejar sus plazas laborales.

A quienes se les considera años de servicios es a las madres que cuidan en sus hogares a sus hijos con serias discapacidades, las cuales se caracterizan por la movilidad restringida así como las severas limitaciones para establecer habilidades interpersonales y sociales, muy dependientes para las actividades de la vida diaria, y sin control de los esfínteres.

La directora de Seguridad Social explica entonces que, más de siete mil madres cubanas están beneficiadas con esta medida, la cual considera “excepcional en el mundo”. Pero ya es tiempo de que se comience a estudiar la situación a la inversa, para contemplar una serie de beneficios que agradecerían quienes, de manera incondicional se dedican al cuidado de los ancianos enfermo, sin hacer diferencias de género.

Se imponen de hecho, variantes de protección de conjunto con la responsabilidad familiar, así como una serie de programas que estén encaminados a facilitar una vida tranquila y protegida a quienes están en la tercera edad así como a sus familiares más cercanos.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Vejez sin esperanzas


Para muchas culturas y naciones, los ancianos son sinónimo de sabiduría, comprensión, vasta experiencia, paciencia, tolerancia y dulzura. Los más jóvenes se les acercan con benevolencia. Ellos se sienten a su vez protegidos y respetados, pero en Cuba no es siempre así.

Teresa es casi una octogenaria, padece varias enfermedades crónicas pero, con el ímpetu más juvenil se dirige a hacer sus mandados, y saluda a sus vecinos, mientras se dirige a la bodega, o a la panadería; siempre alegre, se le ve a veces cansada y en ese instante, aprovecha para conversar un rato en cualquier acera, o calle, de su barrio Cayo Hueso, en el municipio Centro Habana.

Tiene solo un hijo en edad laboral, casado y con prole de diferentes matrimonios, los cuales estudian en los niveles medio-superior y superior, y apenas la visitan. Ella argumenta que “tengo que salir a la calle, no tengo quien me ayude en nada, no me quejo, hay que seguir pa´lante “.

Hace unos años, los ancianos se dedicaban a cuidar a los nietos, o se quedaban en sus casas, mas en la actualidad se ve un cambio y es que ellos temen verse depauperados o inútiles por lo que, mientras tienen fuerzas van para la calle y realizan diversas labores para ayudar a la economía familiar.

Manuel es un anciano de 82 años. Su complexión es aún fuerte para su edad y dedica parte de la mañana a alquilar su auto cobrando tarifas en pesos o en la moneda convertible CUC “según la distancia” –admite.

Él describe una mañana así:” De lunes a viernes me levanto a las 6 de la mañana, me baño, tomo el desayuno y me siento a ver las noticias, a eso de las 8 voy para el parqueo y saco el carro, si tengo algún cliente lo voy a buscar, sino me paro (estaciono) en una calle céntrica, y espero que se me acerquen, no siempre me va bien, pero me busco algo”.

Otros como un grupo de mujeres que se sentaban en un parque del barrio, y son asediadas por los policías o el Jefe de Sector se dedican, casi sin fuerzas a dar vueltas y proponer la mercancía que tienen guardada en alguna casa cercana, o dan la dirección de su hogar para vender los artículos con menos presión.

Sin embargo, no todos pueden hacer estos esfuerzos y los hay que tienen serios problemas de locomoción o se encuentran postrados. Para éstos el dilema es bien grave ya que se ven marginados cuando viven en casas o apartamentos ubicados en edificios que no tienen ascensores.

Para ellos no hay posibilidad de medirse la vista, recibir tratamiento de fisioterapia, u otros servicios necesarios, tienen que esperar a un buen día en que el geriatra de su policlínico los visite en sus casas, y estos especialistas no dan abasto, al igual que el médico de la familia que demora meses y hasta años en hacer estos recorridos, por estar atendiendo una cantidad de pacientes, muy por encima de sus capacidades.

Los trabajadores sociales también son pocos para atender de manera debida a esa gran cantidad de ancianos y ancianas que en la mayoría de los casos reciben poca atención ninguna departe de sus familiares. Hay casos en que tienen que ir a bañarlos, limpiarles la casa, y para ellos no hay oportunidad de ingresar en un asilo de ancianos.

Los dirigentes gubernamentales se vanaglorian de los resultados obtenidos en el país, en esta materia, y del reconocimiento recibido por parte de organizaciones prestigiosas internacionales, motivo por el cual apenas aparecen cifras y por cientos reales relacionados con la Tercera Edad, y ya las manchas o defectos, no se pueden ocultar.

Queda mucho por hacer, para que el Anteproyecto de ley de Seguridad Social y su aplicación constituyan una fuente de atención primaria para los jubilados. Aún queda por hacer respecto a la flexibilidad en los horarios laborales para esas personas, o individualizar la jubilación, teniendo en cuenta situaciones específicas en cuanto a salud, entre otras.

La verdad es bien distinta, cuando el país no fue preparado para este “Boom de Ancianidad”. Se siguen construyendo hoteles de lujo, cuando el turismo no es capaz de llenar los existentes, pero esos materiales no se utilizan en hacer asilos, casas en planta baja, y otras facilidades para quienes soñaron alguna vez, verse protegidos, y ya han perdido las esperanzas.

martes, 27 de octubre de 2009

Más allá del esfuerzo.


Veo a mi madre sentada en una butaca durante casi todo el día y a veces siento un pesar muy grande. Pienso en todos los años que trabajó como educadora, de su optimismo y de su empeño y entonces, me viene a la mente su pensión mínima, esa que apenas le alcanza, ya que tiene que pagar una mensualidad por el refrigerador.

Pienso también en todos los gastos que tengo que sufragarle como son las medicinas que casi nunca aparecen a menor precio con la receta médica, y hay que comprarlas en el mercado negro, o los alimentos difíciles de conseguir, su ropa y otras necesidades que harían interminable este párrafo.

Pero ella es, sin embargo, una privilegiada, porque tiene quien la atienda. Muchas de sus amigas, vecinas o colegas, contemporáneas con sus 85 años han fallecido, o tienen enfermedades crónicas como Diabetes, Cardiopatías u otras, que ella no padece, ¡pero caminan! Mi mamá lo hace con mucha dificultad, y hace unos 5 años que no baja los tres pisos sin ascensor.

Donde llevarla con los dos bastones que necesita para desplazarse en una barriada como la nuestra donde casi todas las calles y aceras están rotas. Diferentes arreglos realizados en las calles en fechas anteriores para instalar los pares de los teléfonos, el gas manufacturado u otros han dejado las vías llenas de huecos intransitables.

Ella no pierde las esperanzas de poder hacer algo útil, a pesar de que su mente a veces le falla, por la falta de terapias a las que no puede optar por no haber suficientes especialistas y técnicos, al preferir éstos irse a trabajar a otros países, con el objetivo de cobrar el dinero que les asegure cierta prosperidad.

¡Qué futuro tan incierto, tan poco prometedor se avecina para los jubilados o prestos a jubilarse! Hay tanto por hacer en cuanto a la seguridad y bienestar para los jubilados y pensionados, para esos que dedicaron sus años de juventud a dar su aporte a la sociedad, y aún hoy, sin fuerza persisten en su esfuerzo.

Da lástima ver a personas de la Tercera Edad realizando actividades ilegales para poder sufragar sus gastos, los hay que parecen mendigos sucios y andrajosos, a veces con ropa limpia, que alguna persona les regala, pero no son recogidos y llevados a una institución donde puedan ser atendidos.

Un anciano que vive en la calle San Lázaro luce mugriento. Vecinos que le conocen de décadas lo describen como un buen enfermero, ya retirado. Cada domingo él participa de la primera misa dominical en la Iglesia del Carmen, y en “el saludo de la paz” se acerca a otros fieles tendiéndole su mano sucia, él desanda las calles de su barrio con una falta de higiene atroz, y entonces, donde está la atención para un caso como ese, u otros peores.

Por eso no me canso de pensar en otros tiempos mejores, cuando mi madre estaba fuerte y no hacía más que trabajar en el hogar, en la escuela, cuando perdía la cuenta de las veces que subía o bajaba los 72 escalones que la acercaban a la vida cotidiana, sólo nos queda pensar en esos momentos y recordarlos, en la nostalgia.









lunes, 26 de octubre de 2009

Bienvenida

Hola a todos mis amigos y amigas:

Este mensaje de saludo es para invitarlos a que participen en mi blog "comunícateconmigodiana", no solo leyendo mis trabajos, sino enviándome sus comentarios, y por qué no, sus propios trabajos relacionados con el que acaban de ver.

Gracias de antemano, los espero,

Aimée