miércoles, 28 de octubre de 2009

Vejez sin esperanzas


Para muchas culturas y naciones, los ancianos son sinónimo de sabiduría, comprensión, vasta experiencia, paciencia, tolerancia y dulzura. Los más jóvenes se les acercan con benevolencia. Ellos se sienten a su vez protegidos y respetados, pero en Cuba no es siempre así.

Teresa es casi una octogenaria, padece varias enfermedades crónicas pero, con el ímpetu más juvenil se dirige a hacer sus mandados, y saluda a sus vecinos, mientras se dirige a la bodega, o a la panadería; siempre alegre, se le ve a veces cansada y en ese instante, aprovecha para conversar un rato en cualquier acera, o calle, de su barrio Cayo Hueso, en el municipio Centro Habana.

Tiene solo un hijo en edad laboral, casado y con prole de diferentes matrimonios, los cuales estudian en los niveles medio-superior y superior, y apenas la visitan. Ella argumenta que “tengo que salir a la calle, no tengo quien me ayude en nada, no me quejo, hay que seguir pa´lante “.

Hace unos años, los ancianos se dedicaban a cuidar a los nietos, o se quedaban en sus casas, mas en la actualidad se ve un cambio y es que ellos temen verse depauperados o inútiles por lo que, mientras tienen fuerzas van para la calle y realizan diversas labores para ayudar a la economía familiar.

Manuel es un anciano de 82 años. Su complexión es aún fuerte para su edad y dedica parte de la mañana a alquilar su auto cobrando tarifas en pesos o en la moneda convertible CUC “según la distancia” –admite.

Él describe una mañana así:” De lunes a viernes me levanto a las 6 de la mañana, me baño, tomo el desayuno y me siento a ver las noticias, a eso de las 8 voy para el parqueo y saco el carro, si tengo algún cliente lo voy a buscar, sino me paro (estaciono) en una calle céntrica, y espero que se me acerquen, no siempre me va bien, pero me busco algo”.

Otros como un grupo de mujeres que se sentaban en un parque del barrio, y son asediadas por los policías o el Jefe de Sector se dedican, casi sin fuerzas a dar vueltas y proponer la mercancía que tienen guardada en alguna casa cercana, o dan la dirección de su hogar para vender los artículos con menos presión.

Sin embargo, no todos pueden hacer estos esfuerzos y los hay que tienen serios problemas de locomoción o se encuentran postrados. Para éstos el dilema es bien grave ya que se ven marginados cuando viven en casas o apartamentos ubicados en edificios que no tienen ascensores.

Para ellos no hay posibilidad de medirse la vista, recibir tratamiento de fisioterapia, u otros servicios necesarios, tienen que esperar a un buen día en que el geriatra de su policlínico los visite en sus casas, y estos especialistas no dan abasto, al igual que el médico de la familia que demora meses y hasta años en hacer estos recorridos, por estar atendiendo una cantidad de pacientes, muy por encima de sus capacidades.

Los trabajadores sociales también son pocos para atender de manera debida a esa gran cantidad de ancianos y ancianas que en la mayoría de los casos reciben poca atención ninguna departe de sus familiares. Hay casos en que tienen que ir a bañarlos, limpiarles la casa, y para ellos no hay oportunidad de ingresar en un asilo de ancianos.

Los dirigentes gubernamentales se vanaglorian de los resultados obtenidos en el país, en esta materia, y del reconocimiento recibido por parte de organizaciones prestigiosas internacionales, motivo por el cual apenas aparecen cifras y por cientos reales relacionados con la Tercera Edad, y ya las manchas o defectos, no se pueden ocultar.

Queda mucho por hacer, para que el Anteproyecto de ley de Seguridad Social y su aplicación constituyan una fuente de atención primaria para los jubilados. Aún queda por hacer respecto a la flexibilidad en los horarios laborales para esas personas, o individualizar la jubilación, teniendo en cuenta situaciones específicas en cuanto a salud, entre otras.

La verdad es bien distinta, cuando el país no fue preparado para este “Boom de Ancianidad”. Se siguen construyendo hoteles de lujo, cuando el turismo no es capaz de llenar los existentes, pero esos materiales no se utilizan en hacer asilos, casas en planta baja, y otras facilidades para quienes soñaron alguna vez, verse protegidos, y ya han perdido las esperanzas.

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