viernes, 27 de noviembre de 2009

Las rutinas de sábado y domingo


Cada viernes en la tarde, los niños se ven contentos porque no tendrán que ir al otro día al círculo infantil o a la escuela. Llegar a la casa esa tarde, no conlleva el fastidio de hacer las tareas u organizar las mochilas, sin embargo, el fin de semana se vuelve rutinario para muchos.

Los niños no saben a veces, cual será el plan recreativo para el sábado y el domingo. El peso del hogar recae con toda su fuerza en las madres que, si son trabajadoras, tienen que priorizar el lavado de los uniformes escolares, limpiar la casa, y dejar cada detalle asegurado, para poder llevar a sus hijos a pasear.

No siempre la mamá va acompañada por el padre de sus hijos, pues en Cuba hay muchos niños y adolescentes, hijos de padres divorciados, entonces a veces se los reparten, como si fueran racimos de uvas, por no decir manos de plátanos, “fulanito (o fulanita), el sábado vas para casa de tu padre, o tu papá te viene a buscar por la mañana, son noticias que a veces dan alegría a los pequeños, pero otras veces las reciben, como si les vertieran agua bien fría, sobre sus cabezas.

Laura está divorciada del padre de su hija Cameron de 7 años. El pasea con la niña a veces, pero no es muy constante. Se volvió a casar y tiene otra hija de dos años, para ver a la mayor, tiene que ser bajo el beneplácito de su nueva esposa, que es quien “tiene que atenderla cuando viene”.

Cameron agarra su muñeca y animales de peluche y se sienta en una butaca a ver televisión, la programación infantil es divertida pero su rostro denota preocupación, rechazo e intranquilidad, ante la incertidumbre de las sutiles ocurrencias que su madrastra pudiera hacerle vivir este fin de semanaza.

Ella prefiere quedarse con Laura y, entre las dos hacer los quehaceres de la casa, mientras oyen música y tararean las canciones de moda. Esta mamá no tiene auto ni trabaja en una firma, pero su trato hace feliz a su retoño.

Otros niños no tienen esa comunicación con sus padres que casi los expulsan de la casa para ellos estar tranquilos, “esta casa es muy chiquita, me vuelven loca”-dice Zailín mientras estriega el piso con una escoba vieja, sus hijos jimaguas de 9 años, son el terror del edificio, jugadores de pelota encarnizados, le han pegado su buen pelotazo a más de un vecino. Parece que esta madre quiere mantener su repisa con adornos de loza, bajo control.

A dónde ir, dicen niños, niñas, madres, padres, abuelos, y abuelas, la pregunta se repite una y otra vez, y flota en el aire. Cuando no han sido invitados a un cumpleaños, cuando no es temporada de playa, a dónde ir. Un lugar de típico esparcimiento entre los pequeños de la capital es el Parque de la Maestranza, en la Avenida del Puerto. Varias rutas de ómnibus pasan cerca del parque infantil.

Este centro recreativo cuenta con muñecos inflables y otras atracciones para niños pequeños y no muy grandes, también tienen un área donde pueden montar ponis y la cafetería vende golosinas y sodas en Pesos, nada baratas por cierto, pero menos caras que las que se ofertan en CUC. Algunas madres, con menos recursos, llevan meriendas y líquidos preparados en la casa para ahorrar en algo el gasto que conlleva este paseo del fin de semana.

En el parque de enfrente a la Maestranza, y sobre un muro, pegado al césped descuidado, pero con la deliciosa sombra de un frondoso árbol, estaba una madre con sus dos niñas, en un improvisado picnic, donde se veían panes preparados y una botella plástica con agua. “el agua está hervida, los panes los preparé yo”-dice sonriente la joven madraza que, con sus cuidados trata de mantener a su prole fuera de los virus de la estación.

No es común ver a los niños en museos, exposiciones o lugares históricos. Los adultos no tuvieron la costumbre cuando eran menores, y los esfuerzos de la Oficina del Historiador, por incentivar estos paseos didácticos en sus diversas variantes de “Rutas y Andares”, tienen poca aceptación, a no ser en el largo período vacacional de verano, en que suelen verse a las familias caminando por las calles más pintorescas, como la de Mercaderes, en la zona histórica.

El eterno verano de esta isla de Las Antillas parece confabularse con los retozones chicos y chicas que se adaptan a todas las situaciones imprevistas o no, de sus progenitores. La falta de lugares de esparcimiento, cercanos a las áreas más pobladas y, con suficiente capacidad, la carencia de juguetes, así como de otras vías de entretenimiento infantil, no amilanan el carácter franco y divertido de estos chicuelos que parecen estar siempre preparados a dirigir sus saltos, juegos , y risas hacia la tierra del Nunca Jamás.


martes, 24 de noviembre de 2009

De un extremo a otro.


Aunque he compartido con ustedes el tan complejo tema de la vejez, que parece no tener fin, quiero comentar también sobre la niñez cubana. Serán muchas temáticas relacionadas con los más pequeños y revoltosos, con esos que como dijera el Apóstol José Martí “son los que saben querer”.

Leo los diarios del lunes 23 de noviembre y cuál no es mi asombro cuando veo que en el Trabajadores, y en el Granma aparece una muy similar noticia, pero no se ponen de acuerdo en la millonaria cantidad de leche producida, que por ser tan enorme, nos remonta a la frase Bíblica “ríos de leche y miel”.

Según el Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Joaquín Lescano, viceministro de la Agricultura informó que la producción de leche ascendió en más de 120 millones de litros en los últimos tres años.

Trabajadores, Órgano de la Central de Trabajadores de Cuba por su parte anunció que Mario Pérez, director de ganadería vacuna, del Ministerio de la Agricultura, informó que la misma creció en los 10 últimos meses, 64 millones 800 mil litros, comparada con igual fecha del pasado año.

De nada valen cifras como las mencionadas si este alimento rico en minerales y vitaminas, y necesario a cualquier edad, sigue siendo una mercancía de lujo, hipercontrolada en la Canasta Básica, o productos racionados. Evaporada para niños hasta los 2 años, de vaca hasta los 7, en polvo entera o descremada, para adultos que padecen una serie de enfermedades, ¡y se acabó!

Los niños con 7 o más años reciben la opción de un yogur de soya saborizado, de muy baja calidad, el cual a veces se expende de manera liberada pero no se encuentra con facilidad. Las madres y abuelas inventan cómo mejorarlo echándole frutas, mermeladas, helado, y cuánta cosa haya, porque su sabor no es del todo agradable, aunque se asegura que es alimenticio.

Me da pena ver a ancianos que no tienen cuota de leche por dieta, como ansían un vaso de leche, prefiriéndolo a cualquier plato de comida. Pero más me duele ver como los niños van creciendo sin el hábito de tomar la leche, indispensable para fortalecer dientes y huesos. Para ver a un infante risueño con la boca llena de nata, hay que tener acceso a las revistas foráneas.

¿Dónde conseguir leche sin restricciones?-el silencio, es la única respuesta posible. Antes del Período Especial se vendía la leche por vasos o litros de forma controlada o por la libre, pero esos recuerdos y comentarios quedan para “Mitos y leyendas”. En la actualidad hay que volverse mago para, además de todo lo que hay que comprar, separar pesos y convertirlos en CUC, para poder comprar la leche, en los establecimientos recaudadores de divisas.

No es fácil encontrarla, por lo que es obligación leer su fecha de vencimiento. La más barata es la condensada que cuesta entre $1.10 y $1.25, le sigue la evaporada a $1.20-ambas vienen en latas pequeñas y hay que recordar que para comprar 1 CUC se tienen que dar $25.00 pesos que no los gana en un dia, la mayor parte de la población.

Después está la leche de vaca en envases de cartón de a un litro que cuestan unos dos CUC. Medio kilogramo de leche en polvo entera o descremada entre $2.70 y $3.00 CUC, y el doble para los paquetes de 1 kilogramo. Con esos precios en bien difícil el sacrificio.

A base de costumbre, por no tener otros alimentos, los niños y niñas cubanos se van acostumbrando a comer muy diferente a hace unos treinta o cincuenta años atrás. Ahora cualquier pequeñín ansía un plato de espaguetis con puré de tomate y una ración de yogur de soya, esa comida insípida es un plato escogido para muchos.

Atrás queda la leche espumosa y grasosa, servida en jarras, tazas o vasos, sola, con café o chocolate, fría o caliente, como componente esencial de dulces deliciosos como el arroz con leche, la natilla, las torrejas o el flan. Los niños que residen en Cuba no tienen garantizada la leche en su alimentación. De qué valen pues las millonarias cifras de cumplimiento y sobrecumplimiento de la producción lechera si no se puede optar por esta vía de alimentación.


martes, 17 de noviembre de 2009

Seguimos preocupados


La temática de la vejez se cobra cada día más adeptos. Para quienes no son tan jóvenes y ven la poca atención actual para este sector poblacional, la preocupación los rapta, así quienes pueden divulgarlo, realizan un seguimiento del mismo, como las reporteras de la revista Bohemia.

Ellas titularon a su reportaje “Envejecimiento, canas frente al espejo”, el cual apareció en la revista del 5 de diciembre de 2008, y el mismo no abordó parte de los temas que más preocupan a los de la tercera edad.

Pienso que mucho más patético estuvo el que apareció en la revista Palabra Nueva del mes de junio del 2009, en su sección Segmento y bajo el título de “3ra edad”, el cual fue sustentado por diversas entrevistas a ancianos, y fue más crítico y certero en su análisis.

Tal parece que su lectura estremeció a alguna de estas periodistas, pues Bohemia volvió a la carga con el tema en ”Bajo el peso de las canas” aparecido su edición del 6 de noviembre último. Destaca un mejor acercamiento al adulto mayor y pienso que en “Avalancha de canas” muestran, con cifras datos interesantes a tener en cuenta.

En esta parte del trabajo periodístico aparece que el Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE), de la Oficina Nacional de Estadísticas,(ONE) en conjunto con el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía(CELADE) plantea que en unos 16 años, Cuba tendrá cien mil habitantes menos, y será el país más envejecido de Latinoamérica, con un aproximado de un 26% de personas con 60 y más años.

Mientras que la dirección nacional de Atención al Adulto Mayor del Ministerio de Salud Pública, (MINSAP) pronosticó que, para el 2025 se alcanzará una tasa de envejecimiento del 25 %, existente en estos momentos en el municipio Plaza de la capital.

Para esa fecha, los geriatras que se basan en los datos propios de Plaza, prevén que más del 13 por ciento de ellos vivirán solos, alrededor del 16 por ciento tendrán dificultades para realizar sus actividades básicas-comer, vestirse, bañarse, etc.-y el 17,1% tendrá tropiezos para tomar el transporte o hacer labores o diligencias fuera del hogar.

Un informe de junio de este año pronostica también que poco más del 22% de los abuelos del 2025 padecerá 2 ó 3 enfermedades crónicas. El 18 por ciento se habrá caído alguna vez, y el 67,6% habrá necesitado el uso de los servicios de salud. ¿Estará el Estado y sus instituciones relacionadas con la ancianidad, preparadas para enfrentar esta situación tan delicada? ¿O tendremos que escuchar los mismos planteamientos ambiguos por parte de los dirigentes, y observar el sufrir de los más desamparados?

Más adelante, en la sección Día a Día, de Bohemia aparece una foto de un edificio colindante con una acera llena basuras y escombros. El inmueble es la residencia para adultos mayores ubicado en la Avenida Dolores en el barrio Lawton donde residen unos 150 ancianos.
El mismo como corrobora el reportero se encuentra con problemas en su red hidrosanitaria, sus áreas verdes están descuidadas, y a ello se suma la insalubridad que contamina el local y a sus ocupantes.

Las autoridades y funcionarios responsables se han acostumbrados a “hacer algo, o decir algo”, si alguien tiene la osadía de publicar la queja, para la mayoría de las problemáticas de los ancianos que no tiene como hacerles llegar sus inquietudes, no hay respuesta, ni soluciones inmediatas. La esperanza por el mejoramiento del futuro cercano, parece haber caído en un saco roto, de dimensiones descomunales.


viernes, 13 de noviembre de 2009

A modo de compendio.

A modo de compendio.


Para resumir tan amplio tema como es el de la vejez, al que se le ha llamado de disímiles maneras como personas mayores, viejos, o los más de moda: adulto mayor o la tercera edad, queda mucho por decir aún, esta etapa de ocaso y de envejecimiento biológico no es fácil de sobrellevar a pesar de los esfuerzos personales y colectivos.

Es tortuosa la tarea de dar con cifras y estadísticas sobre el envejecimiento en Cuba, por frecuentes problemas con la conexión de Internet, y por las trabas propias de la burocracia en bibliotecas o entidades afines para brindar este tipo de documentación.

Por eso, no queda otra alternativa que tomar los mismos del Segmento publicado en la revista Palabra Nueva de junio del 2009, tomados a su vez de La Oficina Nacional de Estadísticas, en la que se relaciona a nuestro país con Chile, Uruguay y Costa Rica como naciones con más alta expectación de vida en esta área: 75,1 años para los hombres y 79 las mujeres.

Se puede apreciar en las calles capitalinas como las personas de la tercera edad tratan de depender lo menos posible del resto de la familia, y se esfuerzan por cooperar de una forma u otra. Es normal verlos con las edades citadas desplegando destreza y rapidez, sin contar que a veces, tratan de simular sus achaques. No es sorpresivo que con más edad, como plenos octogenarios prosigan realizando tareas dentro y fuera del hogar.

Las principales limitantes para ellos son la falta de medicamentos en las farmacias para controlar sus enfermedades crónicas, no importa si poseen las tarjetas adecuadas para el control de las medicinas, cuando están en baja, tienen que parar los tratamientos. Otro aspecto negativo es el de la alimentación.

Los precios de los alimentos son cada vez más altos y la variedad de frutas, vegetales y los confeccionados con cereales como trigo o avena son difíciles de encontrar, para luego tener que pagarlos en la moneda convertible, que no es con la que pagan las jubilaciones o pensiones. La dieta balanceada para un anciano es quimérica en la actualidad nacional, salvo raras excepciones.

El gobierno trata de mantener a flote una situación que parece ir de mal en peor pues no se ha labrado un presente, pues que esperar para el futuro. Son muchas las personas mayores que quisieran vivir en un asilo de ancianos pero no es fácil poder optar por esta vía que si no es perfecta, es al menos segura, cuando garantiza alimentación, higiene y atención médica, todas a la mano.

Otro aspecto que no se ha tenido en cuenta, es el de ofertar propuestas laborales para los ancianos acorde con sus edades. Algunos trabajan como serenos, pero este trabajo nocturno y de tanta responsabilidad no debiera ser una de las pocas plazas existentes.
Una mujer negra y fuerte lleva su cabello entrecano cogido con una flor, ella barre la calle Obispo en La Habana Vieja, sonríe pero su rostro y andar lucen fatigados. La limpieza de las calles es también otra labor que requiere salud y juventud.

Hay que darle solución a los empleos que pudieran garantizar un mejoramiento de la calidad de vida de los ancianos, algunos pudieran ser realizados en las casas y algún mensajero pudiera ir a buscarlos para evitar el otro grave problema que presentan muchos de la tercera edad, que es el referente a vivir en edificios o casas que están en pisos muy altos donde no hay ascensores.

Existen quienes ante esta limitante llevan meses y hasta años encerados en sus casas porque padecen enfermedades que los limitan para bajar o subir unos cien escalones diarios. Para estos casos debía haber la alternativa de servicios a la casa tales como fisioterapias, ejercicios físicos, medición de la vista, análisis y otros.

El envejecimiento poblacional en la Cuba del Nuevo Milenio exige análisis más profundos por parte de los ministerios y entidades que deben velar por el buen desenvolvimiento de esta etapa de la vida que debe transcurrir sin tensiones y burocratismos que se convierten en maltrato al grupo poblacional más vulnerable.

Falta de ética.


Los ancianos cubanos se enfrentan a múltiples situaciones nada halagüeñas, la mayoría vive de la pensión o jubilación en pesos que no llega ni a los 20 CUC, cuando necesitarían unos 30 para vivir con cierto decoro, ellos desandan “lo que les queda por vivir” sin una ayuda adicional, y lo que es peor, sin una esperanza.

Y cuando me refiero a ayuda adicional es la que les pudiera dar un familiar, como es el caso de quienes viven en familia y reciben ayuda monetaria y espiritual adecuada, los que son, lamentablemente, minoría. En la actualidad muchos que recibían remesas del exterior han dejado de obtenerlas por fallecimiento de sus familiares, entre otras adversidades.

Cerca del mediodía, y en el horario de almuerzo se siente como un silencio en cualquier ciudad del país. En la capital sólo queda acercarse a los comedores comunitarios que están dispersos por todos los municipios. El de Manzanares, en la esquina de calle San Francisco y Avenida Carlos III, en Centro Habana da fe de ello.

Allí se pueden ver unos cincuenta o sesenta ancianos, la mayoría del sexo masculino, mal vestidos, portando maletines o bolsos grandes donde llevan casi siempre periódicos o cualquier objeto vendible. Es significativo no ver a muchas ancianas, ellas aunque tengan limitaciones, se esfuerzan por cocer sus propios alimentos.

La algarabía se escucha poco antes de llegar al espacioso portal donde esperan en una larga fila a que les toque su turno para almorzar. Lo extraño es que no se siente el olor de la comida que se les ofertará. Casi siempre un “potaje” sin sazón, ni proteína animal, solo el grano blando con una pizca de sal, arroz sucio y duro, y algo más que puede ser un huevo hervido, una croqueta o un trozo minúsculo de pescado, nunca una ración de carne suave y previamente adobada.

No obstante la mala calidad de estas comidas, las mismas representan un alivio para los de la tercera edad. Manuel vive con su madre y otro hermano, los tres cobran cada mes sus jubilaciones de 200 y 240 pesos pero “no alcanza”-admite el anciano.

Ellos se han acogido al comedor comunitario cercano a su domicilio en el barrio capitalino de Santos Suárez y, “al menos el potaje está blando, el arroz ya está hecho, y lo que hacemos es sazonar o terminar de cocinar al gusto nuestro”-acota.

En momentos como los actuales en que se ha analizado el quitar o dejar la libreta de productos normados, que sí ayuda en algo a personas como éstas y en que productos como el chícharo que valía centavos, ahora vale a 3.50 la libra, los más ancianos tienden a sentirse inseguros.

Adela vive sola con sus 78 años. Su hermano, unos años menor quisiera unirse con ella, pero “tendría que ir a vivir con el al campo, yo vivo aquí (en la ciudad) hace mucho tiempo, que me hago yo vieja y enferma en medio del monte, aquí hay hospital, de todo”-expresa con un dejo en la voz.

Esta anciana tenía una hermana residente en los Estados Unidos que compartía con ellos su salario, y después su pensión. Ahora vive en un asilo y ya no les ayuda. Adela acostumbrada a cierta estabilidad económica que le reportaban las pasadas remesas afirma casi no poder vivir en el mes con su pensión de 240 pesos -10 dólares- y los pocos alimentos que puede comprar con su libreta de abastecimiento.

Opina que al menos su hermana, con su retiro, pudo aspirar a un asilo. Ella que trabajó casi 40 años, pero que enviudó sin hijos, jamás ha tenido la esperanza de ser acogida en un asilo. “ojalá pudiera, yo diera mi casa y lo poco que tengo, para sentirme cuidada”-dio con la voz entrecortada.

Rafael Rubie, del reparto Asunción en Santiago de Cuba, vive solo con sus 70 años a cuestas, y sus miles de achaques. El jubilado es considerado un caso social por ser diabético, débil visual e impedido físico. Rafael se alimentaba en un comedor comunitario de su localidad desde hacía tiempo, pero un buen día se le denegó el imprescindible servicio.

El anciano enfermo ha acudido a diferentes instancias cuyos dirigentes pudieran ayudarlo, pero no ha tenido una respuesta positiva. Mientras piensa, y con razón, que la injusta medida de sacarlo del comedor demuestra además, una gran falta de sensibilidad humana, desde el momento en que no puede cocinar por estar operado de la vista.

Las historias recopiladas aquí son una página del enorme libro de tribulaciones y desatenciones que viven a diario los ancianos y ancianas cubanos, quienes dieron su aporte a la patria, a la sociedad y a la familia y hoy no saben que les pueda deparar este trayecto casi final, de sus vidas.

martes, 3 de noviembre de 2009

Sin solución momentánea.

Son complejas las situaciones que día a día sufre la familia cubana debido al acelerado proceso de envejecimiento poblacional, y es lamentable que, algunas de ellas no tengan solución por el momento.

Tal es el caso de dos hombres que escriben desesperados a una sección de quejas en un diario capitalino ya que ambos necesitan verse amparados para su futuro, pero las leyes actuales no contemplan estas situaciones críticas.

Uno es un hombre en edad laboral que vive con sus padres que padecen discapacidades severas. El padre está postrado y la madre padece Alzheimer. Los dos requieren de ayuda directa y constante. Ambos reciben la pensión de 240 pesos-unos diez CUC-El hijo trabajó desde el 1981 hasta el 2006 en que se agravaron las condiciones de vida de sus progenitores, y no tuvo otra alternativa que dejar de trabajar.

El otro laboró por 33 años y tuvo también que dejar su trabajo como profesor, producto de que su madre sufre de una enfermedad severa deformante, mientras que la tía tiene demencia senil, males que obligan a que se les de atención, en todo momento.

Ambas familias están protegidas por la Asistencia Social pero no se abunda en el tema. Los dos hombres reclamaban que se les considerara el tiempo que dedicarán al cuidado de sus familiares como trabajado, a los fines de su jubilación.

La funcionaria que dirige Seguridad Social a nivel ministerial plantea que la solución a estos dos casos no está contemplada en las modalidades de protección de la Seguridad Social, y puntualiza que sólo se les mantiene el salario que recibían al dejar sus plazas laborales.

A quienes se les considera años de servicios es a las madres que cuidan en sus hogares a sus hijos con serias discapacidades, las cuales se caracterizan por la movilidad restringida así como las severas limitaciones para establecer habilidades interpersonales y sociales, muy dependientes para las actividades de la vida diaria, y sin control de los esfínteres.

La directora de Seguridad Social explica entonces que, más de siete mil madres cubanas están beneficiadas con esta medida, la cual considera “excepcional en el mundo”. Pero ya es tiempo de que se comience a estudiar la situación a la inversa, para contemplar una serie de beneficios que agradecerían quienes, de manera incondicional se dedican al cuidado de los ancianos enfermo, sin hacer diferencias de género.

Se imponen de hecho, variantes de protección de conjunto con la responsabilidad familiar, así como una serie de programas que estén encaminados a facilitar una vida tranquila y protegida a quienes están en la tercera edad así como a sus familiares más cercanos.