martes, 7 de diciembre de 2010

Decadencia de un sector emblemático.

Ahora que toma fuerza el proceso de idoneidad demostrada, el sector de la salud parece estar en uno de sus peores momentos, pues muchos de los trabajadores de las entidades pertenecientes al Ministerio de Salud Pública (MINSAP) han perdido sus plazas.

Un trabajador, miembro de las comisiones creadas para el efecto, además de no querer identificarse, se lamenta de tener que hacer una labor “que ha traído la inestabilidad a sus compañeros”.

Este cubano se cuestiona cómo es posible que el gobierno manipule al pueblo a su conveniencia, y estima que “La Salud” es un sector muy atípico, cuyos trabajadores se especializan en tareas que nada tienen que ver con la agricultura u otras labores que tendrían que realizar de manera impositiva.

Muchos añoran irse de misión al exterior, para ganar una suma de dinero en la moneda convertible, como única posibilidad para llevar un mínimo de prosperidad a sus hogares, pero los mecanismos burocráticos existentes demoran en ocasiones estas salidas.

Otra apreciación de los cubanos se refiere a que si sobran tantos en este sector, como es posible que el servicio sea tan deficitario. Las opiniones de la población dejan que desear, con respecto a los servicios que deben ser brindados.

Entre otros se mencionan los de los consultorios del Médico de La Familia, la poca higiene en hospitales y policlínicos, la imposibilidad de asistir sistemáticamente y de forma preventiva a las clínicas estomatológicas, la demora para ser atendido, lo mismo si el enfermo va a la consulta, a hacerse un chequeo, a darse una terapia o simplemente a adquirir un medicamento o certificado médico.

Estos y otros comentarios destacan la abierta indisciplina laboral y desaprovechamiento de la jornada, en un sector que parece exigirles a los pacientes que se enfermen de lunes a jueves y antes de las cinco de la tarde. En reuniones celebradas en varias provincias en fecha reciente se criticó además, la poca comunicación del médico con los pacientes. No obstante, se mencionan aspectos en que se han obtenido logros

No es menos cierto que los trabajadores de la salud trabajan en condiciones que no son las mejores. Por una parte hay muchos equipos rotos, faltas de reactivos, materiales de curaciones, y hasta recetarios y modelos para los certificados, como sucedió el 10 de octubre (día feriado y domingo), en el policlínico Nguyen Van Troi, en el municipio capitalino de Centro Habana, en el que no había modelos de certificados de defunción.

Una familia, en el dolor por la pérdida de un familiar, tuvo que hacer gestiones particulares para conseguir un modelo de certificado de defunción en otro centro asistencial de la salud ya que en el Van Troi “a los compañeros de Estadísticas se les había olvidado sacarlos”.

La salud pública cubana ha dejado de ser un sector ejemplificante. Desde que comenzó El Período Especial en la década del 90 del pasado Siglo, comenzó la decadencia de un sector cuyos trabajadores sienten más manipulación, que atención a sus necesidades.

Los Plenos de los comités provinciales del partido comunista en cada provincia no serán suficientes para solucionar todos los problemas que tienen que ser erradicados por ser los servicios de la salud tan indispensables, mas para ello sería necesario no achacarle más la culpa al bloqueo económico y que sus dirigentes den ejemplo a sus trabajadores de la abnegación que debe primar en cada uno de sus servicios.

En el X Congreso del Sindicato de los trabajadores de la Salud se ratificó que en ese sector “… contamos con un potencial humano, profesional y revolucionario con las condiciones éticas y la disposición de acometer las trasformaciones económicas y elevar la calidad de los servicios…”

Aunque algo contradictorio fue una de las últimas críticas contempladas la cual cito textualmente:”Igualmente amerita el examen del sindicato la excesiva emisión de certificados médicos dentro del sector, que ha originado un sobregiro en los gastos por concepto de seguridad social a corto plazo”.

De lo que se deduce que ni el organismo rector , ni los dirigentes administrativos y sindicales de Salud Pública han estado al tanto de lo que sucede internamente , más bien se han dejado llevar por la corriente de doble moral e indolencia que, incide y desfavorece a quienes deben destacarse por su honestidad y tesón.

Hijo y patriota.

Me dediqué a preguntarles a varios niños y adolescentes que quién era José Francisco Martí. El primer intento por no dar a entender su desconocimiento, era mirar para arriba, otros se encogieron de hombros, y los más osados respondieron que ese era el nombre del padre de José Martí.

Ellos no son los únicos; personas con más edad tampoco pueden dar una respuesta correcta. Todo cubano debiera saber que José Francisco Martí Zayas-Bazán, es el hijo del Apóstol. A pesar de que algunos aseguran que se llamaba Ismael.

Nació el 22 de noviembre de 1878, en la casa donde vivía su padre, junto a su amada esposa Carmen Zayas-Bazán Hidalgo, en la Calle Tulipán número 32 en la barriada del Cerro. El humilde hogar cobijó a sus integrantes, pero no por mucho tiempo.

De aquellos días es la carta enviada por Martí, a su amigo y hermano Manuel Mercado, con fecha 17 de enero de 1879, y en esta redacta que… “todo me lo compensan mi mujer heroica, y mi lindísimo hijo bastante bello y bastante precoz- ¡ mi nube humana de 2 meses!...”

El 6 de abril de 1879 José Francisco fue bautizado en la Iglesia Nuestra Señora de Monserrate. Sus padrinos fueron Doña Leonor Pérez Cabrera, abuela paterna, y Francisco Zayas-Bazán Varona, abuelo materno.

Estos primeros meses del pequeño son los más hermosos para él. Muy rápido, sucede la deportación a España de su padre en septiembre de 1879. A partir de ese momento, Carmen tuvo que enfrentar sola la educación de su bebé. El cual creció viviendo en una perenne inestabilidad familiar.

Su padre no tuvo consuelo por haberlos tenido que dejar en Cuba. Después, cuando llega a la ciudad de Nueva York, trabaja arduamente con vistas a obtener el dinero necesario, para unirse en tan lejana tierra a Carmen y a José Francisco, a quienes extrañaba demasiado.

En carta a Miguel Viondi, el 8 de enero de 1880 le ruega al final de la misma…” Que Vd. Me atenderá a Carmen. Que Vd. Me guardará hasta que ella venga un abriguito y un sombrero que envío a mi hijo:-gasto en salvas de amor mis últimos cartuchos…”

El 3 de marzo del mismo año, logra José Martí unirse con su familia. Pepito se separa de nuevo de su padre antes de cumplir los 2 años. Carmen no aceptó la posición política de Martí, quien vive obsesionado por ver libre a su patria.

En 1885, el pequeño vive en Cuba, alejado de su progenitor, y comienza su vida estudiantil. Cursó estudios en prestigiosos colegios de Puerto Príncipe, donde residían sus abuelos paternos, como el colegio Escolapio y el Instituto de la Escuela Pías, entre los años 1885 y 1889. En julio de 1891, viaja de nuevo a Nueva York con su madre, en un nuevo y fallido intento de reconciliación de sus padres. Ésta sería la última vez que Pepito vería a su papá.

Lo que resulta muy interesante de esta relación padre-hijo es que, a pesar de la diferencia de edades, y la gran distancia que los alejaba, en tiempos como aquellos en que las comunicaciones eran tan poco fluidas, siempre se amaron, y con intensidad y ternura, dejaron plasmado este sentimiento por escrito.


En la primera parte de su libro de poemas Ismaelillo, dedicado al siempre amado vástago, Martí le escribe:

Hijo:
Espantado de todo, me refugio en ti.
Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti.
Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así….

Quizás estas sentidas palabras sirvieron a José Francisco, para poner en alto, siempre, el nombre de sus padres. Si bien era un adolescente de 16 años al morir su padre en Dos Ríos, él pudo luchar por la libertad de Cuba, como un cubano más.

De esa fecha es la carta que envía a Gonzalo de Quesada, cuando en septiembre de 1895, viaja a Nueva york con su madre, para recoger las pertenencias de su padre:

“…Mi amor de hijo se ha resistido largo tiempo a creerlo. La horrible realidad se ha impuesto a mi espíritu de tal suerte, que mi pensamiento no puede apartarse de ese dolor(…) Soy hijo y todo lo suyo me es sagrado (…) tengo 16 años pero las energías todas de mi alma, están dispuestas para llorar a mi padre, como hijo y como cubano.”

José Francisco veneró al padre patriota y en 1897, y con sólo 18 años, decide enrolarse en la expedición de Carlos Roloff, uniéndose al Ejército Libertador, como un mambí más en marzo de ese año.

Comienza como soldado de artillería, bajo las órdenes del general Calixto García y, por su destacada participación es ascendido a teniente y luego a capitán, grado que ostenta al culminar la guerra de independencia.

En la República se desempeña en diversos cargos del ejército. En 1916 contrae matrimonio con María Tereza Bances. De esta unión no habría descendencia. Ellos vivieron en Calle Calzada y 4, en el Vedado donde existe hoy el Centro de Estudios Martianos.

En los primeros años de la década del 20 deja a un lado su vida militar, asumiendo una postura de inconformidad total ante los abusos del dictador Gerardo Machado, por lo que es miembro activo del grupo ABC.

Después que el tirano es derrocado, Martí Zayas-Bazán se retira de la vida pública. En 1928 muere su madre, y él fallece en La Habana el 22 de octubre de 1945, debido a una larga enfermedad pulmonar.

Aunque se le ha involucrado en los sucesos conocidos como la Masacre de los Independientes de Color en 1912, así como en su participación en la reaccionaria organización ABC, no se pueden opacar ni su gran humildad, ni sus amores sagrados por la patria y la familia, que lo convierten en otro cubano, para recordar.

Bella en sus pesares.

La Habana se descascara día a día. Las reparaciones a edificios, parques y avenidas no son suficientes, se necesitaría una vara mágica, como las de los cuentos infantiles, para devolverle a esta ciudad todo su esplendor, desaparecido por culpa de la indolencia y la corrupción.

No obstante a todo lo negativo que ocurre a diario y desde hace tantos años, La Habana es una ciudad atractiva. Su arquitectura es variada y, aunque sus edificios se vean despintados, los turistas se detienen por sus calles, las más destruidas, y no cesan de captar imágenes de cada balcón, reja o portal que esconden debajo del hollín algún sorprendente detalle.

Aún joven se vistió de gala este 16 de noviembre en su aniversario 491. Cientos de personas, como de costumbre, se dieron cita en la Ceiba tradicional, para acometer el ritual de dar vueltas alrededor del árbol, y hacer sus peticiones más deseadas.


La Habana está llena de contrastes, Desde su clima húmedo, que hace sentir pegajosos, tanto a los calurosos como a los friolentos; hasta sus residencias inhabitables que permanecen con sus residentes y rivalizan, con los más modernos edificios de apartamentos que aparecen en Miramar o en el Vedado.

Muchos de sus habitantes viven cerca del mar, o se mueven por calles que al final lucen cual alfombra de terciopelo azul. Su bahía de bolsa conspira con sus calles y quien busca una dirección tiene que detenerse a preguntar cómo llegar a la misma, aún estando en la zona.

Esta ciudad con nombre femenino ha sido criticada por cronistas de otros siglos. Ella es bulliciosa, y sus habitantes se mueven entre ruidos perceptibles o no, lo que la hace mágica aún para los que nacieron en ella.

A punto de finalizar el año, queda una cifra considerable de habaneros sin casa. Ellos viven en casas de familiares o en albergues de pésimas condiciones, sin perder la esperanza de recuperar un sitio al que puedan llamarle hogar.

Cuestiones vitales para la vida diaria son continuos tropiezos para el habanero medio. Los que trabajan, malviven con sus salarios mensuales menos de una quincena. La canasta básica está cada vez más pobre, y nadie imagina que pasará cuando la quiten. Vestirse, o tomar el ómnibus se convierten en pesadillas.



Pero ahí está La Habana con sus viejas avenidas 10 de Octubre o Monte, o con su Quinta Avenida, o Calle 26, para unos pocos. Allí está al pie del mar caribeño, que la carcome con su salitre, convirtiéndola en una adorable ruina.