viernes, 27 de abril de 2012

Diferencias del cuentapropismo.

A fines de febrero del presente año, la cifra de cuentapropistas a nivel nacional estaba en 371 200. El 75% del total está agrupado en los que se desempeñan en la elaboración y venta de alimentos, sin dejar de mencionar a los que son contratados por ellos, como fuerza de trabajo.




Pero en más de año y medio de esta modalidad laboral, ya se pueden apreciar diferencias sustanciales en cuanto a la calidad, eficiencia, estado de los inmuebles, surtido de mercancías, calidad de la prestación de servicios.



No solo van triunfando los que perseveran y trabajan de sol a sol, sino que ya se ve quién recibe ayuda sistemática del exterior y puede acometer remozamientos, o poner lumínicos atractivos, o dar su servicio con prestancia.



Casas de alquiler con fachadas recién pintadas y muebles atractivos en el portal anuncian sus rentas a extranjeros, otros brillan en pequeños restaurantes o paladares que invitan a entrar por su higiene y modernidad, y hay hasta portales que dan sorpresas por la calidad de cosméticos, ropas y calzados, que son traídos de otros países, por lo general de los Estados Unidos, novedosos y mucho más baratos que en las tiendas recaudadoras de divisas.



La competencia aprieta, ya disminuyen 2, 3 y hasta 4 negocios vendiendo lo mismo en una cuadra. Cada cual se especializa o trata de vender algo diferente a su vecino. El rostro agradable, la complacencia establecen un abismo entre los trabajadores estatales y los no estatales. Al trabajador privado le duele perder, los otros cobran su salario y hasta pueden recibir alguna estimulación, pero están en decadencia.



Sin embargo, entre los cuentapropistas, los hay que no logran alcanzar la prosperidad deseada y siguen tratando de dar lo mejor de sí pero “la cuenta no da”- expresa Isabel quien se destaca por su buen trato en su improvisada cafetería - apenas tiene un tramo en la entrada del edificio donde reside para exponer sus comestibles- aunque es muy visitada por vecinos y personas que laboran o estudian cerca de su negocio en el barrio de Cayo Hueso.



Personas que como ella son más humildes no dejan de destacarse, sus ofertas son más caras pero bien hechas, calientes, acabadas de preparar, dulces frescos, hechos con todos sus ingredientes, vasos y tazas que relucen, pinzas o guantes para despachar, bolsas de nailon o cajas de cartón para quien tiene que llevarse un alimento y no tiene donde echarlo, la aceptación de las dos monedas en sus equivalentes, son entre otras, las características que distinguen a estos esforzados trabajadores.



Los que quedan rezagados ya planifican remodelar su negocio, mejorar su auto, para así tener buena clientela. Lo cierto es que el Estado debe dar más posibilidades a quien tenga la manera de imponer la calidad en su servicio. Los pensamientos obsoletos y el control excesivo contra todo trabajador privado que gane y prospere deben quedar atrás.



La Habana pudiera cambiar su fealdad y descuido de décadas y convertirse en una ciudad limpia y cuidada, si sus pobladores ven que de verdad, la economía de la familia aumenta de manera favorable, a través del cuentapropismo; sería una vía de frenar el éxodo en masas y de procurar el bienestar del ciudadano medio, el cual no ha podido ser ofrecido jamás por el gobierno, quien solo piensa en ofrecer comodidades, a los turistas extranjeros.

















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