viernes, 16 de septiembre de 2011

Virgencita, resguarde mi casa.



“Niña, cuánto vale esa vela ¡ocho pesos! Oye, aquí todo está mas caro cada día”-dice Nena, una anciana del barrio de Cayo Hueso, a la vez que saca de su pecho una tela, la abre y saca un billete de diez pesos.
Nena dice ser creyente a su manera, aunque se considera devota de la Virgen de Loreto; la advocación de la Virgen María que luce etérea encima de una casa. Muchos cubanos y cubanas le hacen promesas y como ofrendas le regalan casas. Cientos de estas ofrendas pueden verse, hechas en todos los materiales, en iglesias como la de La Caridad, en la Calle Salud, o en la Catedral.
Muy pocas personas tienen imágenes de yeso de la milagrosa santa. La mayoría tiene estampitas con o sin la oración al dorso y le dedican flores, o “café amargo” como Melba, otra de la tercera edad, que acabó junto a Nena y a otras tantas personas, “atrapada en el solar”.
En más de cinco décadas el Estado cubano no ha sido capaz de demoler las miles de cuarterías que existen por todo el país, principalmente en la capital, por ser la provincia más pequeña, pero a la vez la más poblada.
El pueblo las llama solares y existen en cualquier zona. Lo mismo está “El Hormiguero” en pleno Vedado-esquina de 21 y E- que andas por una calle de Centro Habana donde cada inmueble , uno a continuación del otro, son solares vetustos y antihigiénicos.
El cubano es por naturaleza muy limpio, pero tener brillando a esos caserones donde habita tanta gente es casi imposible. El verse atrapados en ellos sin la posibilidad de poder vivir algún día en un apartamento, se convierte en una quimera que solo pueden alcanzar los que se van para el extranjero, o logran sobornar a los funcionarios de la Vivienda (con miles de pesos convertibles) para lograr la añorada meta.
Las filas de afectados solicitando dónde vivir son interminables. “No se me puede olvidar la muchacha que con su bebé en brazos quería romper una botella de alcohol y encender un fósforo para destruir la oficina de una funcionaria que no acababa de resolver su casa”-recuerda un señor que aun no ha concluido sus gestiones para resolver “un local, que yo lo arreglo”.
En la actualidad, es notable la cantidad de cubanos que se van del país de forma definitiva. A esas casas o apartamentos les ponían un sello de la Dirección de la Vivienda. “Ay hija, ahora ya no ponen sello, antes de que la persona se vaya, ya esa casa tiene dueño. Llégate a Vivienda y mírale los pulsos (brazaletes), cadenas y aretes de oro a las que trabajan allí. Qué sello de qué”-exclama risueña una mulata que vive en un albergue desde hace 5 años.
“No hay materiales para hacer edificios para que la gente viva con decencia, pero sí hay materiales para hacer hoteles. Ahora mira, y muestra la página 2 del Granma del 12 de septiembre; Otorga la ONU premio a institución científica villaclareña, dice Manolo, uno de los borrachos de su barrio de Centro Habana y lee la noticia en voz alta, sentado en uno de los bancos del parque de Calle Infanta y O.
“Santa Clara-la división HABITAT de las Naciones Unidas otorgó el premio Pergamino de Honor, la distinción más prestigiosa que se entrega en el área de los asentamientos humanos en el mundo, al Centro de Investigación y Desarrollo de Estructuras y Materiales (CIDEM), de la Universidad Central Martha Abreu de Las Villas, por su contribución al campo de la vivienda en Cuba y el resto del mundo”.
Más adelante enfatizó el hijo de Baco “Según explicó el doctor José Fernando Martirena Hernández, director del CIDEM, el notable galardón reconoce el trabajo de un colectivo que ha promovido numerosas iniciativas, capaces de contribuir a la solución de los problemas de la vivienda, en especial de aquellos provocados por desastres naturales, además de fomentar el desarrollo y mejoramiento de asentamientos humanos y la calidad de la vida humana”.
Una rechifla se unió a una carcajada general que dejó inconclusa la lectura de la noticia que nada o poco les importa a muchos de los presentes que duermen en la parada de ómnibus urbanos desactivada y enclavada en el mismo parque, con asientos y techo que se disputan los sin casa del barrio una vez que cae la noche.
Mientras tanto Nena no deja de encender su vela a La Virgen de Loreto, rezando cada día porque no vaya a pasar un ciclón por La Habana y acabe con más de la mitad de las edificaciones que ya sean edificios, solares o casas no han sido remozadas, y en las que pueden ocurrir derrumbes parciales o totales debido a la indolencia y a la corrupción estatal.

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