La XX Feria Internacional del Libro (FIL) Cuba 2011 quedó inaugurada en la tarde del jueves 10 de febrero en su sede del complejo Morro Cabañas al este de la capital.
Diversas personalidades del mundo de la cultura y las letras del país y del continente estuvieron presentes en el acto inaugural, el cual contó además, con una velada cultural.
La misma fue dedicada a las conmemoraciones bicentenarias de la independencia de países de América Latina y el Caribe. Y también homenajeó a los intelectuales Fernando Martínez Heredia y Jaime Sarusky.
La mañana del viernes dio lugar a la apertura al público a este recinto ferial que, a pesar de haber sido inaugurada La Feria el día antes, mostró una serie de irregularidades que provocaron el disgusto de muchos de los presentes.
Primero, la entrada para quienes portaban entradas se convirtió en un inusual tumulto propiciado por los trabajadores de La Cabaña que dieron motivo a la desorganización.
Después las larguísimas filas de cubanos que prefirieron adquirir los libros y otros materiales en la Moneda Nacional. México con dos salones de ventas no pudo abrir uno hasta la tarde. El que estaba abierto era apenas transitable por la cantidad de personas que lo visitaron.
Los precios de los libros infantiles y de otras temáticas como son los de manualidades o los de recetas de cocina, entre los más gustados costaban el doble o el triple, comparando sus precios con los de ferias anteriores.
Los comestibles diseminados por todo el recinto eran variados pero son pocos los espacios para que las personas puedan ingerirlos con comodidad. Pocos bancos bajo el sol, los contenes o escasos muros sirvieron de asientos a los que se decidieron por merendar o almorzar en La Cabaña.
Los precios más baratos de los comestibles comenzaban en los cinco pesos. La mayoría de los adultos iban acompañados de niños del nivel primario que se encontraban en semana de receso escolar. El dinero no les alcanzó para libros y comidas. Los más inteligentes llevaron sus refrigerios.
La FIL no está hecha para las mañanas, las tardes son las más movidas con las presentaciones de libros, o con las ventas retardadas por factores ajenos al deseo de todo lector de llegar y comprar. Las noches a su vez, son divertidas con la ceremonia del Cañonazo de las 9, a la usanza de los tiempos de la colonia española y los recitales de grupos populares
Este año existen otras sedes como El Pabellón Cuba, La Casa del Alba, la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, (UNEAC), y La Casa de Las Américas, sin dejar de mencionar que las librerías capitalinas comenzaron sus ferias unos días antes, a pesar de que sigue siendo difícil obtener los libros de mayor demanda
Los capitalinos tienen numerosas opciones en cuanto a la compra de libros este año pero todos consideran inadmisible que llegados los días de la fiesta del libro no asistan a La Cabaña, máxime cuando la transportación es asequible al público – un peso cada viaje para cruzar el túnel de la bahía y llegar al Parque Central o viceversa-
“Es una vez al año”-comentan varios usuarios en el ómnibus que los llevará al centro de la capital. Todos portan bolsas atestadas de libros de todo tipo, sus edades no coinciden pero sí sus opiniones. La Feria Internacional del Libro se ha convertido en el evento más concurrido, muy por encima del Festival de Cine, y de otras festividades de arraigo nacional.
Diversas personalidades del mundo de la cultura y las letras del país y del continente estuvieron presentes en el acto inaugural, el cual contó además, con una velada cultural.
La misma fue dedicada a las conmemoraciones bicentenarias de la independencia de países de América Latina y el Caribe. Y también homenajeó a los intelectuales Fernando Martínez Heredia y Jaime Sarusky.
La mañana del viernes dio lugar a la apertura al público a este recinto ferial que, a pesar de haber sido inaugurada La Feria el día antes, mostró una serie de irregularidades que provocaron el disgusto de muchos de los presentes.
Primero, la entrada para quienes portaban entradas se convirtió en un inusual tumulto propiciado por los trabajadores de La Cabaña que dieron motivo a la desorganización.
Después las larguísimas filas de cubanos que prefirieron adquirir los libros y otros materiales en la Moneda Nacional. México con dos salones de ventas no pudo abrir uno hasta la tarde. El que estaba abierto era apenas transitable por la cantidad de personas que lo visitaron.
Los precios de los libros infantiles y de otras temáticas como son los de manualidades o los de recetas de cocina, entre los más gustados costaban el doble o el triple, comparando sus precios con los de ferias anteriores.
Los comestibles diseminados por todo el recinto eran variados pero son pocos los espacios para que las personas puedan ingerirlos con comodidad. Pocos bancos bajo el sol, los contenes o escasos muros sirvieron de asientos a los que se decidieron por merendar o almorzar en La Cabaña.
Los precios más baratos de los comestibles comenzaban en los cinco pesos. La mayoría de los adultos iban acompañados de niños del nivel primario que se encontraban en semana de receso escolar. El dinero no les alcanzó para libros y comidas. Los más inteligentes llevaron sus refrigerios.
La FIL no está hecha para las mañanas, las tardes son las más movidas con las presentaciones de libros, o con las ventas retardadas por factores ajenos al deseo de todo lector de llegar y comprar. Las noches a su vez, son divertidas con la ceremonia del Cañonazo de las 9, a la usanza de los tiempos de la colonia española y los recitales de grupos populares
Este año existen otras sedes como El Pabellón Cuba, La Casa del Alba, la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, (UNEAC), y La Casa de Las Américas, sin dejar de mencionar que las librerías capitalinas comenzaron sus ferias unos días antes, a pesar de que sigue siendo difícil obtener los libros de mayor demanda
Los capitalinos tienen numerosas opciones en cuanto a la compra de libros este año pero todos consideran inadmisible que llegados los días de la fiesta del libro no asistan a La Cabaña, máxime cuando la transportación es asequible al público – un peso cada viaje para cruzar el túnel de la bahía y llegar al Parque Central o viceversa-
“Es una vez al año”-comentan varios usuarios en el ómnibus que los llevará al centro de la capital. Todos portan bolsas atestadas de libros de todo tipo, sus edades no coinciden pero sí sus opiniones. La Feria Internacional del Libro se ha convertido en el evento más concurrido, muy por encima del Festival de Cine, y de otras festividades de arraigo nacional.
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