viernes, 19 de marzo de 2010

Frío a lo habanero


Este año puso a temblar a muchos y los calurosos usaron prendas de vestir invernales, como hacía tiempo no se veía en la capital.

Con la llegada del mes de marzo, algunos opinan que el frío tiende a desaparecer, aunque aún persisten las madrugadas con temperaturas por debajo de los 15 grados Celsius. Con el transcurso del día comienza el calor en las áreas donde da el sol

Los exagerados no pueden quitarse las sudaderas y tienen que aguantar el calor hasta llegar a casa. Es el momento de llegarse a Coppelia para tomarse un helado, del sabor que haya.

Por el jardín de la calle K está el quiosco de venta de una bola de helado en su barquillo a un peso moneda nacional. Un cartel borroso explica los horarios de venta y la cuota normada de 10 bolas de helado por persona, pero para satisfacción del público, no es así.

Este fin de semana se anunció la entrada de un frente frío que, en la mañana sabatina traería lluvias, las que ocurrieron durante la noche del viernes y propiciaron los paseos de niños y jóvenes en grupos, así como de parejas, y familias por toda la zona cercana a la heladería más grande del país

Para el quiosco de K había unas 30 personas, casi todas con potes de todos los tamaños, los cuales fueron llenados por la hábil mano .del dependiente, rápida para bolear lo que es en realidad, la mitad de una bola.

A la una de la tarde cerró media hora como está establecido para su almuerzo. Un grupo de personas se fueron, y los que se quedaron se dieron gusto recordando las bolas que se despachaban hace décadas, la variedad de sabores, la óptima calidad del helado.

Todos al unísono, se preguntaban por qué, con tanta demanda, el lugar quedaba cerrado por 30 minutos, cuestión que podía ser solucionada con tener a dos dependientes en dicha área.

Por lo demás todos esperaban al vendedor entre quejas y anécdotas. Los niños jugaban entre sí, y un pequeño se mantuvo parado frente a la venduta como todo un guardián. Al abrirse de nuevo el toldo del área de venta, el joven le regaló un helado, y todos rieron por la ocurrencia y la alegría de quien apenas sabía balbucear alguna que otra frase.

Estos 30 minutos sirvieron también para que todo el que pudo se quitara la chaqueta, el blazer o el suéter, mientras que la mayoría enseñaba las pantorrillas a través de bermudas o pescadores, combinados con camisetas bien escotadas.

Este frío a lo habanero junto con el horario de verano es parte de la panorámica maravillosa de esta isla tropical, que dentro de tantas tragedias y penurias brinda un clima soportable y veraniego, en momentos en que las nevadas y otras catástrofes azotan a buena parte de las naciones de todo el planeta.



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